miércoles, 3 de febrero de 2010
In a room.

Tenia una vertical en su espalda. La marcaba, la hacia más tentadora. Podias mirarla y la rebelde energia de su cuerpo te envolvía cómo un cigarro prendido dispuesto para ser fumado. Más debajo, se encontraba una precaria toalla que tapaba sus piernas y dejaba ver con curiosidad, impaciente por ver bajo de ella. El cabello mojado, inquieto, saltaba de su cabeza para descansar en su torso, y luego caía delicadamente cómo el rocio. Transformando la habitación con su espontaneidad, tomó una toalla y movió su cabeza intentando sacarse el pelo. Deslizo la dicha por su cara y se dió la vuelta: Me encontró mirandolo inocente, del otro lado de la cama. Se le escapó una risa timida, y miro hacia abajo, evadiendo, evidentemente, la situación.

-Joe...- susurré cómo jugando.

Esbozó una sonrisa macabra, respirando sus pensamientos, esperando que algo pase. Sus ojos color miel palpitaban en la luz cómo dos corazones alterados por la respiración. Sus pupilas se escondian, timidas por sus ideas. Inclinó su cabeza hacia atras y soltó un suspiro, eso sólo lo hacía más interesante.

Con la vista iluminada miró la cama y luego volvió a mis ojos. Viró el curso de la situación y caminó hacia su mesa de noche...

Pero la tentación habia podido conmigo...

Me puse detrás de el, esperando cometer una fechoría. Fui despacio hacia su espalda y con todo el atractivo que él irradiaba, mi dedo rozó su varonil vertical que desde el principio me habia alterado. Visiblemente más rapida que él, tomé mis dos manos y las llevé a todo su trabajado torso, tragandome los afilados suspiros. Lo abrazé por detrás, dejando un mar de sentimientos tras mi, y él cómo un buen lider en la situación, se dió vuelta y tomó brusca y velozmente mi cara. El tiempo se perdió en aquél cuarto. Nos tendimos peligrosamente sobre ese lecho y lo último que atiné a decir fue:

-Quitate esa maldita toalla- y exaltado cómo se encontraba, se la arrancó cómo desprendiendose de todos sus peores temores.